
Pero si tú no eres mexicano, o de plano estas muy mal enterado de lo que pasa en el país, entonces aquí te va esta pequeña explicación.
No es de extrañar que los narcocorridos normalmente exalten o glorifiquen las acciones de los narcotraficantes, así pues tenemos que en un corrido se puede decir que realizar una matanza de los contras o rivales, es señal de ser muy hombre y tener mucho valor, y ni hablar cuando el narco murió en una balacera o en manos de la policía o el ejercito, ya que entonces suele ser catalogado como un hombre que siempre se la rifó y que normalmente fue emboscado o muerto a tr

Entonces los narcocorridos no son otra cosa mas que relatos cantados de hazañas y muertes de narcos, aunque esáa surgiendo una nueva vertiente la cual hace corridos de cosas muy mundanas como andar en una troca del año o simplemente que el jefe hizo una fiesta y repartió droga a diestra y siniestra.
Los narcocorridos son un género musical al que se acusa de idealizar el tráfico de drogas, pero forma parte una tradición mexicana procedente del norte del país.
Los corridos no son nuevos, durante la Revolución Mexicana se conocieron, entre los héroes y guerrilleros, cientos de canciones y corridos sobre figuras como Pancho Villa, Emiliano Zapata y las Adelitas.
Sin embargo, en los últimos 30 años se han impuesto los narcocorridos, basados en la vida real de los traficantes de droga; la gente los conoce y los pide a las estaciones de radio, pero están prohibidos.
Se hablaba de que los narcocorridos debían ser prohibidos porque te dan ideas. En muchas ocasiones es hacer imaginar a la gente, pero toda música es para disfrutarla y no se puede comprobar que sea cierto.
Estas "poesías callejeras" no sólo son inspiradas en el narcotráfico, las ametralladoras, la droga, las aventuras con la policía y las camionetas, sino también la inmigración son tópicos de las versiones, como en la canción "Tres veces mojado" de los Tigres del Norte.
Elijah Wald, un ex guitarrista de blues que ha escrito un libro sobre el tema, explica: -"Lo primero que un narcotraficante suele hacer luego de una operación exitosa es contratar a alguien para que le escriba un corrido sobre su hazaña"-.Los intérpretes del género frecuentemente cobran miles de dólares, o decenas de miles de pesos, para componer y tocar una pieza.
Wald afirma que la mayoría de los compositores e intérpretes niegan ponerse al servicio de narcotraficantes.

Uno de los más conocidos, Reynaldo Martínez, le dijo a la BBC que no suele escribir corridos a cambio de dinero -"Pero puede ocurrir que a alguien le guste una canción y me obsequie un Land Rover"- agregó."Los Tigres del Norte son los reyes de los reyes, y no me sorprendería que hayan aceptado dinero alguna vez", opina por su parte Elijah Wald.
Se pueden decir muchas cosas y para saber la verdad de si hay o no hay un pago por parte de los narcotraficantes a los compositores, tendrías que serlo, o por lo menos pertenecer en mayor o menor medida a ese pequeño gran mundillo, porque se platica que lo primero que hace un narco en una operación exitosa es contratar a alguien para que le escriba y cante su aventura.
Y digo que el universo de los narcocorridos son un pequeño gran mundillo porque estos son actualmente muy populares en México e incluso han extendido su influencia a California, Texas, Florida y otros sitios de Estados Unidos con una gran población latina y hasta anglosajona.
También se escuchan en Colombia y en países centroamericanos como El Salvador.
Recientemente los tan aclamados Tigres del Norte llevaron sus narcocorridos a España, con muchísimo éxito, por cierto.
Y hablando de los Tigres del Norte, cabe resaltar que desde que este grupo mexicano tocó los primeros acordes de "Contrabando y Traición" allá cuando comenzaban los 70's, el género del narcocorrido se ha vuelto tan popular como polémico.
"Contrabando y traición", es una historia musicalizada por los mismísimos Tigresdel Norte, inspirada en la historia de una contrabandista de mariguana conocida como “Camelia la Texana”, después llevada al cine con el mismo nombre y con cinco secuencias hasta llegar a su muerte y regreso.
El género del narcocorrido es polémico por una sencilla y a la vez complicada razón: hay quien lo sataniza y hay quien lo glorifica.
Quienes defienden el género, sostiene que los artistas solo ponen la música a estas historias pero no las promueven. Otros indican que no todas las letras están vinculadas con el narcotráfico, sino que abordan otros temas que otros géneros ignoran.
Quienes lo critican, opinan que los narcocorridos enaltecen una vida dedicada al crimen, en lugar de otros valores como el estudio, el trabajo y la familia. Agregan además que algunos de sus autores han aceptado dinero de los narcotraficantes para "cantar sus hazañas".
Las iniciativas para no pasar esta clase de corridos por la radio se han repetido en varios estados mexicanos como Chihuahua, Michoacán, Sinaloa, Tijuana, con niveles de éxito dispares, pero la popularidad del género no parece ir en declive.
Yo en lo particular, que soy bien necia y problemática, ando insiste e insiste en que no encuentro un gramo de razonabilidad en la prohibición de la difusión de los mentados narcocorridos en las estaciones de radio ni en ningún otro sitio.
Lo cierto es que desde antes de darle vida a este blog ya se me daba lo de la cosa narcodifusora y me ponía tensa el discurso conservador de derecha o, en el mejor de los casos, el preventivo moralista, prejuicioso e hipócrita de la “gente bien”.
¿Puede un género musical como el narcocorrido ser considerado tan peligroso como para prohibirse su difusión en radio?
-"Sí"-, responderían algunas autoridades de México, que obligaron a estaciones de radio a tomar medidas para erradicar la cultura de los narcocorridos, a la que acusan de idealizar el tráfico de drogas y las pandillas.Los hermanos Arellano Félix, que dirigieron el cartel en la ciudad fronteriza de Tijuana, y su rival Armando Carrillo Fuentes, basado en otra ciudad limítrofe, Juárez, son quienes más dedicatorias han merecido.
El género del narcocorrido, es simplemente un chivo expiatorio, que sirve de pantalla no a sus protagonistas, sino a las autoridades que no han podido hacer absolutamente nada contra el narcotráfico, sea por incompetentes o sea alcahuetismo.
Un narcocorrido simplemente cuenta una historia, no la promueve. Pero a las autoridades mexicanas no les convence este argumento y han tratado de prohibir el género. Como si con eso se solucionaran las cosas.
La solución es dar más educación y sobre todo más empleos, para los cuales los capos grandes del narco se pintan solos. Nada más hay que ver como los quieren en sus tierras, ya que dan mucho empleo a los campesinos y además es un empleo bien pagado. No como el gobierno a los burócratas o la industria privada, que amparada por las instituciones gubernamentales abusa de sus esclavos, perdón, de sus empleados.
El narco glorifica el trabajo de sol a sol. Lo único que no perdona es la traición. Y eso es algo condenable por cualquier persona y bajo cualquier circunstancia. En eso el narco y la “gente como uno” estamos totalmente de acuerdo. Lástima que la “gente como uno” que no lo llevamos a la práctica. El narco si lo hace.
En México, la producción y el tráfico de drogas llegaron a ser nuevas fuentes de riqueza. De hecho, son actividades que van desarrollándose de manera considerable desde finales del siglo pasado. La población tiende a dirigirse hacia los sectores informales para escapar de la falta de dinero.
México es un país donde la mano de obra abunda, pero el desempleo alcanza a una gran parte de la población en edad de trabajar, incluyendo niños menores de edad.
Frente a esa situación de pobreza sin salida aparente, los desempleados integran un circuito paralelo: el del contrabando y/o comercio de drogas.
Desde abajo hacia arriba, todo el mundo disfruta del tráfico, aunque, evidentemente, algunos ganen mucho más que otros… y otros pierdan mucho más que otros, pero esa disparidad, que se encuentra en todos los sectores de la economía legal, no tiene nada excepcional para las poblaciones en cuestión, acostumbradas a cobrar la porción congrua de la riqueza nacional.
El desarrollo de las actividades de tránsito hacia Estados Unidos y, sobre todo, el aumento de las superficies dedicadas al cultivo de la marihuana y de la coca tienen como consecuencia el abandono de sectores económicos menos lucrativos.
Estos cultivos ilícitos alimentan la corrupción hasta el nivel más alto del gobierno, el cual se revela incapaz de ofrecer a su pueblo una verdadera alternativa a la violencia y a la miseria.
Los narcocorridos son la voz de la población mexicana, sea la de los barrios latinos estadounidenses, sea la de los estados de Michoacán y Guerrero.
El narcocorrido canta lo inadmisible con lucidez y lirismo. Vemos pues que la ilegalidad moderna, representada en este caso por el narcotráfico, gestó su propia manifestación social.
El narcocorrido refleja la crisis económica y la caída progresiva del sistema heredado de la Revolución. Si es verdad que la Reforma agraria había devuelto las tierras a los campesinos, hoy en día el pequeño agricultor no encuentra salida y prefiere reemplazar el maíz por la marihuana, aumentando así de manera evidente el valor de la tierra cultivada y del cultivo mismo.

La quiebra económica y social reactiva el narcocorrido, testigo, una vez más, de las aspiraciones y de los destinos populares. El corrido sobre el tema de la droga simboliza la expresión cultural que capta las nuevas crisis del México de fin del siglo XX.
Ya sea en lenguaje común o mediante palabras y expresiones claves, está plasmada una visión parcial, pero creíble, de lo que es el narcotráfico. Ciertos narcocorridos tratan de los orígenes del narcotraficante, y otros expresan las causas económicas que empujan al mexicano ordinario a convertirse en traficante de drogas.
Esta clase de canciones no buscan, generalmente, moralizar el tema del narcotráfico, sino más bien detallar las vivencias típicas en las que se hallan envueltos sus personajes.
Al igual, existen narcocorridos que agregan al narcotraficante virtudes esenciales para el desempeño de sus actividades ilícitas, proyectándolos como hombres de poder, valientes, justos, astutos, temerarios y resueltos.
Los estados mexicanos donde existe y se escucha mayoritariamente esta clase de corridos son, principalmente: Michoacán, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Nyarit, Nuevo León, Tamaulipas y Baja California.
En reacción a la problemática de prohibir o no prohibir los narcocorridos, alguna vez un cibernauta con un pulso quirúrgico y soberbio dijo -"a ver cuándo prohiben las canciones rancheras político-partidistas"-.
Sigo sin entender ¿Qué diablos tiene qué ver prohibir un narcocorrido con investigar y sancionar tanto asesinato? Simplemente no doy crédito a que una medida preventiva del control del tráfico de drogas gire entorno a los gustos musicales de las personas.
Combinar ambos aspectos me parece una verdadera estupidez, la cual sin embargo respeto, por que soy bien tolerante.
Parece que algunos sectores encuentran necesario volver a discutir sobre la pertinencia de la difusión de mensajes musicales "narcoapológicos". A mi me parece censura, un atraco a los derechos humanos, una restricción inadmisible de nuestras libertades. En corto, yo no estoy para nada de acuerdo. Eso no es construir un “México Libre” en base al respeto a la Libertad de Expresión.
En los narcocorridos, el delito cometido no es ocultado; las canciones relatan las andanzas de los barones de la droga.
Entre otros temas, las letras de los narcocorridos hablan de amores y traiciones, de muertes y ajustes de cuenta entre compradores, distribuidores y sembradores de marihuana y cocaína. Y también menciona a los enemigos que son las policías judiciales, federales y de caminos. Aunque ellos son el enemigo número uno de la población en general.
Si es cierto que hoy en día en los corridos las historias de los narcos dominan a cualquier otra temática, no necesariamente los narcos son los únicos personajes en esas crónicas. Enfrente de estos protagonistas aparece la policía, la cual es la contrapartida, o sea el antagonista, dentro de la narración. Propagan la idea según la cual los agentes encargados de combatir a los narcotraficantes resultan más fácilmente corruptibles y son más propensos a cometer delitos. Y esa, mis estimados, si es la neta del planeta.
No obstante, frente a temas escalofriantes, los narcocorridos ofrecen la otra cara, la de la cotidianidad. En sus estrofas, el tráfico de drogas no es la principal amenaza para la seguridad nacional, sino el modo de vida de unos cuantos tipos aguerridos que saben jugar duro. Es el mundo de las alianzas familiares, del escape de la pobreza, del castigo a los traidores, de la exaltación de la hombría. Eso es lo que se canta, pero sin juzgar.
Realmente, el narcocorrido es una nueva composición artística que encuentra su origen en una forma de canto ancestral y sus temas en la actualidad mexicana.
Finalmente, el narcocorrido está encerrado en un marco temático del cual no se escapa, siendo impresionante el éxito que lo rodea.
Abarca todos los temas que conciernen al pueblo sufrido, sea la sierra, sea la vida en el campo, sea la supervivencia misma en los barrios más bajos, sean las reglas del narcotráfico, etcétera, y éste se reconoce en los narcocorridos como uno se reconocería en un espejo.
Esta manera de visualizar la vida en los narcocorridos hace que un gran sector de los que los escuchan vea en los capos algo de honestidad y carácter heroico, incluso con estima.
Así, los narcocorridos cumplen, indirectamente, la función de hacer de esa actividad un anhelo, de presentarla como una alternativa viable para sobresalir en la vida, ya sea en lo económico, en la valentía o en la invulnerabilidad ante la ley.
Por esta razón, muchos sectores de la sociedad y del poder han vetado la difusión de los narcocorridos en las radios y televisiones, cuando en realidad el verdadero delito esta presente, ahí, impasible y se llama CENSURA, y eso debería estar más penado que el mismo narcotráfico.
Finalmente, los narcocorridos son algo más que una descripción folklórica del fenómeno del tráfico de drogas y de sus personajes. Encierran moralejas, nos gusten o no.
Tal y como el juglar de la Edad Media relataba las aventuras del rey, el cantante del narcocorrido cuenta las andanzas de los traficantes de droga.

De todos modos, el narcotráfico, el pandillerismo y la delincuencia en general, siempre van a estar presentes, omnipotentes, magníficos.
Un homenaje al narcocorrido, y un homenaje también a sus protagonistas y claro, a sus poetas, pues qué si no.
Salu2!!!
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