sábado, 4 de octubre de 2008

¿LAS PUTAS NACEN O SE HACEN?

¿Las putas nacen o se hacen?

Yo diría que todas nacemos putas y putos, y que es la educación la que construye diques de contención para frenar esa inclinación natural del cuerpo a venderse por un precio.

Yo jamás pensé que iba a cobrar algún día por mis caricias y por mi compañía, pero eso sí, el día que me preguntaron de niña que qué quería ser de grande dije que gatita de porcel o como Gina Montes o Sasha Montenegro. Ya lo traía en el alma.

Ni siquiera cuando me pagaron por primera vez pensaba que era puta. Acepté el dinero pues así, ni modo de no agarrarlo. Se me hizo fácil. Fue algo tan natural como cagar, comer o coger.

En realidad me di cuenta mucho después de haber iniciado este camino, concretamente, el día que me volvieron a ofrecer dinero por un poco de compañía.

En ese momento, me puse en la mente de un cliente, y me observé a mí misma desde el punto de vista de alguien que compra placer, y traté de evaluarme como producto, me comparé con otras ofertas, otros precios, otros cuerpos… mientras me observaba a mí misma como mercancía sexual, me di cuenta de que ya era, a todas luces, una puta.

De todas formas, no sientan pena por mí, yo no me tengo ninguna lástima por haberme despertado un día frente al hecho de que soy una puta consumada. Y menos cuando tengo el dinero en la mano.

Antes pensaba que no teniendo un anuncio, o no ofreciendo determinados servicios de naturaleza más escabrosa (griego, etc…), no era yo una puta con todas las letras de la palabra, y de hecho, estaría bien definir en qué momento una persona se convierte irremisiblemente en puta: si es la primera vez que cobra, o es la primera vez que se mira a sí misma como puta.

En el fondo, es una cuestión de quién decide cuándo una es puta, ¿lo eres
cuando la gente te identifica como tal, o lo eres cuando tú misma te das cuenta de ello?Es difícil decidir cuándo fue la primera vez que cobré por un acto sexual. Una siempre recibe algo a cambio de su propio sexo, sobre todo, si sabes manejarlo.

A mí siempre me han deseado, es fácil de ver eso en los ojos de los hombres, una mirada que va un poco más allá de sus palabras, que resulta más intensa que el resto de su expresión… me pasaba ya en el colegio con los profesores.

Me explicaban la función de algún nervio, o la diferencia entre psicosis y neurosis y me dedicaban una atención especial, y no les importaba repetirme una y otra vez cómo hacer bien lo que hacía mal, y tenían una paciencia inusual si la comparaba con el tiempo que dedicaban a los fallos de otras compañeras más feas.

Y los hombres, poco a poco, iban despertando al poder de mi sexo y de su propio deseo. Algunos me llevaban a pasear, por estar más cerca de mí. Me invitaban a todas las fiestas. Me regalaban cositas.

Los primeros pasos en el camino de la prostitución los da una ciegamente a esas edades, cuando te das cuenta de que la naturaleza te ha provisto con una mercancía especial para el trato con la gente, una mercancía de naturaleza transitoria y caduca, la belleza corporal, que todo el mundo busca contemplar ansiosamente, y cuya imagen proporciona una felicidad proporcional al grado de cercanía que les ofrezcas.La primera vez que hice un servicio de puta, es decir que cobre dinero por sexo, fue por casualidad. Por una confusión. Estudiaba la universidad y yo corría con los gastos que eso ocasiona en su totalidad. Para sacarme un dinerillo extra, trabajaba los fines de semana en un rodeo.
Como era de las más guapas, me cotizaban mucho en las mesas. Alguna vez un tipo que iba un poco borracho y quizás drogado, me puso unos billetes en la mano. Yo los cogí sin saber de qué se trataba, y él empezó a agarrarme las nalgas. Le dije que se estaba confundiendo, pero le valió y me dijo que le daba igual, que pagaba igual por estar conmigo. Yo miré el dinero, no contesté, el tipo inició un camino de besos y caricias. Me guardé los billetes y pedí permiso para retirarme del trabajo. Me fui con el tipo a un hotel y tan tan.

No se muy bien por qué lo hice, pero de repente, hasta me pareció excitante tener a mis pies un tipo y hasta pagando por mis caricias.

Esa fue la primera vez.

¿Que qué sentí? Nada, una mezcla de asquito y placer, el tipo cogía bien. El asquito me lo fui quitando, total dinero es dinero.

Terminé la universidad, conseguí trabajo acorde a lo que estudié, psicología por cierto, pero cuando veo el deseo en la mirada de alguien, tanteo el terreno y si es propicio ofrezco mis servicios. Total, un dinero extra no le cae nada mal a nadie. Eso sí, jamás hago tratos en la
calle, una es ser puta y otra es ser ramera.

Total, no soy ni la primera, ni la última, ni la única.

Salu2!!!

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