lunes, 8 de octubre de 2007

LA VOZ AHOGADA EN SANGRE

La masacre representa uno de los episodios más trágicos de la historia reciente de México. En la actualidad, aun existen numerosos casos de desaparecidos sin aclarar, quedando impunes los crímenes que se hayan cometido.

La tarde del 2 de Octubre de 1968, cuando la ciudad guardaba silencio, miles de estudiantes salieron a la calle para protestar contra el autoritarismo gubernamental, que se hacía presente en persecuciones, secuestros, torturas y asesinatos contra quienes mostraban públicamente su rechazo.




La Secretaría de Gobernación a cargo de su titular Luis Echeverría Álvarez, respondió enviando un nutrido contingente del ejército apoyado por gran cantidad de elementos del cuerpo de granaderos. A este grupo de asesinos se les dio el nombre de "Batallón Olimpia", y fue tal la crueldad de sus actos que se supone iban drogados y borrachos a la hora de cometer su crimen.

El 2 de octubre de 1968 es una fecha que no quedará sólo en la memoria de sus protagonistas, sino que ya forma parte de la historia del mundo.





Ese día un movimiento estudiantil fue reprimido de la forma más sangrienta, cruel y cínica posible en la llamada Matanza de la Plaza de las Tres Culturas.

Más de treinta años después, la niebla del silencio todavía esconde muchos detalles de lo que pasó, empezando por el número exacto de los muertos, ya que desde el principio la máquina del poder se puso en marcha para arenar, confundir, traspapelar, borrar informaciones.


Algunos números: 15.000 proyectiles disparados (cifra oficial), 8.000 militares de varios cuerpos destacados en la acción, 300 medios armados entre tanques, medios blindados y jeeps con ametralladoras. Todo esto para reprimir una manifestación pacífica, por el viejo procedimiento de las provocaciones de los militares de paisano infiltrados entre los manifestantes, a las que contestan los militares con uniforme.

El resultado fue de no menos de 700 heridos, un número de muertos que oscila entre 150 y 300, algunos de los cuales probablemente fueron arrojados al océano desde aviones militares, 5.000 estudiantes detenidos, algunos de ellos sometidos a torturas y falsas fusilaciones y 300 de ellos permanecieron en la cárcel hasta la amnistía de 1971.



Ese día el Ejército y la policía política dispararon contra una multitud desarmada, convocada por el movimiento estudiantil.

Las dramáticas imágenes registran un momento histórico y son testimonio irrefutable de hechos que aún lastiman la conciencia nacional. Salvadas del olvido decretado por el poder y rescatadas de algún archivo policial, su publicación está animada por un compromiso con la verdad y la justicia, para que en México no se repitan tragedias como la de la Plaza de las Tres Culturas.


A 37 años del trágico episodio de la historia mexicana, se siguen negando la verdad y la justicia. El poder judicial sigue siendo el obstáculo para juzgar a los funcionarios responsables de la matanza de Tlatelolco.

La aparición de nuevas y dramáticas fotografías, rescatadas de archivos olvidados, ayuda a recordar la barbarie planeada desde el poder.


Después de más de tres años de investigaciones, la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado solicitó a un juez federal aprehender al ex presidente Luis Echeverría Alvarez, al ex procurador general de la República Julio Sánchez Vargas, y a otros seis ex funcionarios y militares, por su presunta responsabilidad penal en el crimen cometido contra el movimiento estudiantil en 1968. El juez rechazó la demanda alegando que ya prescribieron los delitos.

La versión del gobierno de entonces fue culpar a los estudiantes de provocar el enfrentamiento con el Ejército. Ahora se sabe que el gobierno urdió un plan y ordenó disparar contra una multitud desarmada en la Plaza de las Tres Culturas. Así lo confirman testimonios de soldados, víctimas y testigos de los hechos.


No se sabe a ciencia cierta cuánta gente murió aquella tarde. El gobierno minimizó los hechos y dijo que sólo hubo 33 muertos. En esa explanada hay un pequeño monumento que lleva inscritos 35 nombres (estos años se amplió la lista a más de 40). Existen datos de la prensa extranjera y de fuentes de inteligencia estadunidenses que hablaron entonces de 300 muertos.

Las fotos revelan muchas, terribles cosas. Las heridas hablan de la saña con que fueron abatidos, su hacinamiento añade el desprecio que sus victimarios sentían por ellos. Al negarles un trato humanitario, se ratifica la versión oficial que culpa a las mismas víctimas del crimen cometido.

Se sabe que hubo muertos y heridos en los departamentos de varios edificios de la unidad habitacional Tlatelolco.

La mayoría de las víctimas contabilizadas por el gobierno murieron por balas expansivas disparadas por los soldados que ocuparon la plaza.

De esos 25 hombres y seis mujeres asesinados, la mitad eran jóvenes de entre 13 y 20 años, aunque sólo 12 eran estudiantes.

Según testimonios, al Servicio Médico Forense llegaron por lo menos 40 cadáveres, pero hubo más en otros sitios.

Hace diez años el Departamento de Estado de Estados Unidos desclasificó documentos secretos de inteligencia donde señala que en 1968, la embajada de ese país en México había calculado entre 250 y 300 el número de muertos.

El gobierno registró cuánta gente murió esa tarde, pero ocultó las evidencias y borró las pruebas. No obstante, la memoria del hecho persiste y, de cuando en cuando, aparecen nuevas pruebas que se creían perdidas.


Al día siguiente se informó a la ciudadanía que los mismos estudiantes habían matado y herido a sus compañeros y a soldados. Hoy ya nadie lo cree.

El día 9 de Octubre el CNH acepta la tregua Olímpica, ninguna manifestación del 12 al 28 de Octubre.


El sábado 12 de Octubre se inauguraron la Olimpiada de México 68, bautizada desde el principio como "La Olimpiada de la Paz", de ahí su logotipo.

El día 4 de Diciembre los estudiantes regresaron a clases.


Este crimen significa la impunidad por excelencia tan común en nuestro país, sin embargo, los muertos de las imágenes acusan a los responsables desde el silencio.

También significa el comienzo del fin de una dictadura totalitaria que duró más de setenta años y cuya máxima expresión fue precisamente este crimen.


El fantasma de las víctimas seguirá persiguiendo a los verdaderos asesinos, solo resta esperar y confiar en aquel dicho que dice: “Dios tarda… pero nunca olvida”.

Salu2!!!

2 comentarios:

hUgO CaBeZa DeForMe dijo...

Definitivamente hay cosas que no se pueden ocultar por siempre y cosas que nunca se deberian olvidar...gracias por la informacion...

Anónimo dijo...

sí, una de esas fotos que después conocimos fue en la que está, el en ese entonces joven. Ernesto Zedillo Ponce León.