viernes, 19 de octubre de 2007

HARALD EDELSTAM: EL CLAVEL NEGRO

Harald Edelstam fue nombrado embajador en Chile en 1972, en el marco de una aguda lucha de clases que se vivía en Chile, producto del proceso político que estaba desarrollando el gobierno de la Unidad Popular, en beneficio de algunos sectores del país.

En ese entonces el gobierno sueco apoyaba el proceso de reformas del presidente Salvador Allende, de allí que decidió entregar una ayuda significativa en el plano del equipamiento agrícola, a través de su agencia internacional de cooperación.

En su estadía en Chile, conoció innumerables personas ligadas a la vida política nacional y de las diversas expresiones del arte y la cultura, entre ellos el premio Nóbel Pablo Neruda.

Cuando irrumpió el golpe militar neofascista del 11 de septiembre de 1973, el embajador incluso conocía a varios de los altos militares golpistas, entre ellos el criminal y ladrón Augusto Pinochet.

Una vez impuesto de los primeros entretelones del golpe de Estado y su posterior secuela represiva y de muerte en contra del pueblo chileno, y los dirigentes y militantes de la izquierda chilena, el embajador Edelstam puso en marcha toda su experiencia y conocimientos para desarrollar un fuerte trabajo humanitario, con el objeto de salvar vidas de los Campos de Concentración que los militares neofascistas habían abierto a través de todo el territorio nacional.

El embajador sueco, puso un especial énfasis en salvar de la tortura y de la muerte, a muchos de los presos políticos que se encontraban en el Campo de Concentración del Estadio Nacional.

También jugo un papel importante en prestar ayuda a los asilados políticos que se encontraban en la embajada de Cuba y otras representaciones diplomáticas, con el objeto de tramitar su pronta salida del país y así salvar sus vidas.

A partir de que el 11 de septiembre se iniciara una cruel campaña de exterminio contra el pueblo democrático, él se compadeció de los perseguidos, defendiendo a muchos prisioneros y acosados de la dictadura hasta conseguir su liberación, convencido por su gran amor a la humanidad.

La película de “El clavel negro” narra la obra de este hombre que vive en la conciencia de la humanidad como un liberador de oprimidos. Es un filme que libera del olvido a un hombre que honró el ejercicio diplomático con sus acciones humanitarias; es una película que explora las brutalidades cometidas por la junta militar chilena encabezada por Augusto Pinochet, es una cinta que nos invita a reflexionar el pasado reciente la historia de Latinoamérica.

Un héroe olvidado, que con su ejemplo nos exhorta moralmente seamos consecuentes con el demócrata humanitario que habita en cada uno de nosotros.

Harald Edelstam es un ejemplo para el mundo y las misiones diplomáticas que la mayor parte de las veces hacen oídos sordos a las violaciones de los derechos humanos que se cometen en lugares como Afganistán, Irak, Pakistán, Turquía, Marruecos, Venezuela, Cuba y otros países.

“El Clavel Negro”, es un filme que nos traslada hacia la “memoria histórica reciente”, y que nos invita a reflexionar desde este pasado de la historia de Chile y Latinoamérica para alzar nuestra voz, y gritar un -“¡Nunca más a las dictaduras militares, nunca más a la felonía y la traición, nunca más a la tortura, la muerte, los presos políticos y los exilios!”-.

Es la historia real de un hombre que se jugó la vida y la carrera por salvar a más de mil vidas humanas, tiempos dolorosos, de violentas represiones que recién comenzaban y que fueron constantes durante el régimen fascista por 17 años en Chile.

Diplomático combativo antifascista valeroso, sencillo y competente Una persona con conocimientos amplios y profundos de nuestras realidades, sobre todo sensitivo de mucha misericordia; a quien no le importó comprometer su vida, en la medida de que otros no murieran.

Gracias a la conciencia humanitaria de este gran hombre unido a ello las buenas
intenciones de
su gobierno, cumplió misiones visiblemente riesgosas "de vida o muerte," por los perseguidos de la dictadura.

A partir del 11 de septiembre de 1973, la Embajada de Suecia en Santiago dio asilo a cientos de perseguidos por la represión pinochetista.

El asedio y los riesgos siguieron a miles chilenos y latinoamericanos hasta el propio refugio que Harald tenía con inmunidad diplomática, lógicamente estaba rodeado por todos lados de soldados armados; continuamente sobrevolando algún helicóptero que se detenía sobre los techos de la embajada, iluminando con potentes focos, haciendo de las noches trabajos sicológicos de guerra. Algunos saltaban desesperados las rejas de la embajada corriendo peligro de muerte, ya que la policía militar tenía orden de disparar sobre ellos. Pero Harald, sencillamente dejaba que ingresaran y les otorgaba asilo político.

Esto puso al Gobierno Sueco en situación de “fait accompli” o hecho consumado. Harald aleccionó a sus colegas embajadores para que pospusieran sus formalidades protocolares diplomáticas y ampararan a los perseguidos.

-"Simplemente, no tolero la injusticia"-. Esta fue la escueta pero contundente respuesta que dio el fallecido Harald Edelstam en una conferencia de prensa cuando le preguntaron por qué siendo embajador de Suecia en Chile, había arriesgado su vida para salvar a miles de prisioneros políticos desde el Estadio Nacional, que fuera transformado en campo de Concentración y uno de los primeros centros de torturas abierto en el país.

Salvó la vida de 84 uruguayos y brasileños que corrían el peligro de ser fusilados en el Estadio Nacional mediante un pacto de honor realizado con el Mayor Luis Iván Lavanderos Lataste, quien estaba a cargo ese día de los presos del Estadio Nacional en Ñuñoa, que respetaría sus vidas, y que ayudó a trasladar a un centenar presos políticos del Estadio Nacional de Chile hacia la delegación sueca, evitando que fueran ejecutados por presuntas actividades subversivas.

Curiosamente el Mayor Lavanderos murió luego; en los diarios de aquel entonces, manipulados por la dictadura militar, escribieron que falleció de manera accidental mientras maniobraba su arma de servicio; sin embargo, hoy se sabe que pagó con su vida su noble y valiente gesto de entregar el 16 de octubre al embajador de Suecia a los presos políticos que tenían sobre sus cabezas una segura sentencia de muerte.


El dictamen de un fiscal instructor del propio Ejército, en la causa rol 500-73, fechada el 29 de diciembre de 1975, señala que "no se trata de un suicidio", entre otras razones porque "en las manos del mayor Lavanderos no había rastro de pólvora" y "los peritajes establecieron que el arma homicida fue limpiada luego del disparo". Estos documentos estuvieron desaparecidos por mucho tiempo del conocimiento público.

Durante tres meses participó Edelstam, en operaciones riesgosas con resultado esperanzador y de real liberación frente a la opresión existente; sacó de Chile a más de 1.300 personas.

En diciembre de 1973, Chile fascista lo declaró “persona non grata” abandonando el país. El clavel negro fue un luchador antifascista valiente, modesto y experimentado, con conocimientos amplios y profundos de nuestras realidades.

Este noble hombre falleció 16 años después en Suecia, Estocolmo un 17 abril de 1989.

Muchos dicen que el reto al destino de Harald fue la protección de la vida de una mujer chilena, que según cuentan, fue el amor de su vida. Sea lo que sea, Harald es un héroe olvidado, defensor de los derechos humanos que no dudó en jugar su carrera por defender lo que creía justo, aún cuando el código diplomático ordenara otra cosa.

Fue un ejemplo de "Diplomacia Comprometida". Posteriormente el Ministerio Sueco de Relaciones Exteriores despreció y humilló su labor humanitaria. Sin embargo, su nombre quedó grabado para siempre en la historia universal como un luchador por los derechos humanos en el mundo.

Como resultado del valor y coraje de este hombre los perseguidos lograron salir de Chile.

Salu2!!!

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