
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. En este caso, los números son mucho más hirientes que cualquier otro tipo de discurso. En 1976, cerca de un millón de elefantes vivían en Africa, pero hoy sólo quedan unos 500.000 en todo este continente.
¿A qué se debe el descenso de la población de este gigantesco mamífero? Simplemente a la caza indiscriminada. En los últimos 30 años, se ha cazado más de un millón de elefantes, de los cuales un 80% fueron abatidos por los disparos de furtivos.
Organizaciones ecologistas calculan que cada semana los ilegales cazan aproximadamente 1.500 paquidermos. La situación es como para echarse a temblar.

Eso sí, como suele suceder en estos casos, de este dinero sólo se queda en Africa una parte mínima que apenas supera los 1.000 millones y eso, estas cifras únicamente son vistas y disfrutadas por los sumos dictadores que tanto abundan en Africa. Los cazadores de elefantes, por su parte, apenas reciben unos 5.000 dólares por colmillo.
¿Qué hacen los organismos internacionales para intentar parar esta masacre? Pues lo que pueden. La Convención Internacional para el Comercio de Especies de Fauna y Flora en Extinción (CITES) acordó prohibir de forma tajante el comercio internacional de marfil. Pero, claro, muy pronto alzaron sus voces los países exportadores que se negaron a renunciar a semejante fuente de ingresos. En realidad, la cosa sigue igual de mal.
Japón es el mayor importador del preciado “oro blanco” que exportan los países africanos.
Al igual que ocurre con la caza de las ballenas, Japón también se destaca como uno de los países que más está colaborando para que los elefantes se extingan definitivamente de este planeta. El país del sol naciente es el primer importador del mundo de marfil de elefante.

¿Quiénes son los principales exportadores del oro blanco? Principalmente, Botswana, Namibia, Zimabaue, Angola, Mozambique, Burundi y Kenia. Y, claro, estas naciones no están dispuestas a renunciar a los elevados ingresos que obtienen a través del comercio del marfil.
Por eso, hace un par de años, Botswana, Namibia y Zimabaue exigieron al CITES que les autorizara a vender este preciado material a los nipones. Eso sí, a cambio, se comprometieron a luchar contra los contrabandistas y proteger la vida de paquidermos.
Y es que ellos, los dirigentes de los estados exportadores africanos, aseguran que la mejor manera de proteger a esta especie es, precisamente, que les permitan comerciar con el oro blanco con total libertad. Porque, ¿quién es tan tonto como para acabar con la gallina de los huevos de oro?
¿Qué hay detrás de este material para que sea tan deseado? Una demanda increíble de los sectores
más pudientes de la sociedad occidental que se pirra por tener objetos de marfil. Desde sortijas y demás joyas hasta bolas de billar.

O sea, que los elefantes son cazados para decorar las vidas de los que manejan el dinero.
Salu2!!!
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